sábado, 20 de octubre de 2018

Desarrollo, Economía y Políticas Fiscales para luchar contra la despoblación rural.


Hace tiempo, leí un gran artículo de la BBC donde se explicaba cómo impacta en nuestro futuro social el lugar en que nacemos, también su influencia en lo económico y cultural.

-          Pocas cosas importan tanto para la formación de una persona.

Vivir en una zona pobre o en grave riesgo de despoblación reduce drásticamente las posibilidades de los ciudadanos, por cómo esto convierte a muchas personas en potenciales ciudadanos en exclusión social reduciéndoles a soñadores para intentar salir de un marco pobre y abandonado por las administraciones y así poder trasladarse a una zona más acomodada de la ciudad donde piensan que tendrán muchas más posibilidades.


El sociólogo Douglas Massey de la Universidad de Princeton, fue más allá del problema. En uno de sus artículos presentó una batería de nuevas pruebas donde aseguraba que no es suficiente poder cambiar de una zona deprimida a una mejor. Massey, evidencia que el sitio específico en el lugar donde una persona pasa sus primeros 16 años de su vida, como la marca y cómo es determinante para los ingresos que recibirá varias décadas después, aunque cambie de lugar y de residencia años más tarde.

Para Massey, las consecuencias son permanentes: "El lugar donde se crece es un punto crítico donde se bloquean las aspiraciones de la gente para avanzar en la vida", dijo Massey a la BBC. Más aún, es una herencia de donde es muy difícil escapar.

No es menos cierto que las políticas en España en desarrollo rural han sido mínimas por no decir prácticamente nulas. Los pueblos más pobres tienden a tener tasas más altas de exclusión social. Las investigaciones muestran que cada vez más la exposición a esta exclusión no tiene solamente efectos a corto plazo, sino también a un plazo mucho más largo en la salud, en la educación y en la capacidad cognitiva de sus habitantes. Estos efectos no desaparecen cuando la persona llega a edad adulta, o se traslada a lugares con una renta más alta, en muchos casos se mantienen.

Para muchos habitantes de zonas rurales en España esto se convierte en una condena, y no deja de ser una forma de segregación visto en términos socioeconómicos y culturales.

En España verás pocos debates en el Congreso de los diputados sobre este gran problema. Tan solo el Grupo Confederal de Unidos Podemos en Comú Podem-en Marea ha marcado la diferencia ofreciendo medias para combatir este tipo de desigualdad tan arraigada en España.

Y es que sociológicamente y políticamente, estos graves problemas en muchísimas ocasiones benefician a los partidos tradicionales, a los que siempre les han votado desde el bipartidismo. Sin embargo, poco han hecho estos partidos por cambiar la situación laboral, social y económica de estos votantes. Voy a tratar de demostrarlo más adelante.

La solución que permita que la gente pueda moverse de zonas de alta despoblación y pobreza a otras áreas de ingresos medios y altos ya no es suficiente, aún en donde tengan acceso a las ventajas que ofrecen esas comunidades más pudientes casi siempre el problema persiste y solo es trasladarlo de un sitio a otro. En cualquier caso, parte de la solución solo sería posible logrando avances en ese campo construyendo y asegurando a este sector poblacional viviendas públicas en barrios más acomodados mediante subsidios para que las menos pudientes puedan llegar a zonas menos deprimidas, pero nos encontramos con más problemas por el camino.

Una solución efectiva y real, pasaría por las ayudas: reducir la fiscalidad, aumentar inversión y fomentar el desarrollo de esas zonas rurales maltratadas tradicionalmente.
El desempleo es una lacra permanente, ya no hay empleo en agricultura o ganadería para todos y tampoco sería justo que alguien que quiere estudiar tenga que dedicarse a estas tareas por necesidad. Porque invertir en un negocio en pueblo pequeño en constante despoblación es una auténtica aventura que pocas veces termina bien y ya no se genera riqueza basándose únicamente en la agricultura a la que también todos los gobiernos han vapuleado.  Un buen político comenzaría fomentando la creación de políticas fiscales para luchar contra el abandono escolar la despoblación y el desempleo rural, al fin y al cabo, combatir estos problemas es la fuente que da la vida a un pueblo.

Ofrecer a los jóvenes de familias con bajos ingresos la oportunidad de comenzar sus vidas con este tipo de políticas que les facilite la inserción laboral o el emprendimiento tendría un gran impacto positivo en las trayectorias de sus vidas.

Un ejemplo sería cómo países como Reino Unido intentaron evitar este problema tras la crisis que provocó la Segunda Guerra Mundial, se construyeron viviendas estatales subsidiadas en los barrios más pudientes de la ciudad para así evitar que la pobreza cicatrizara únicamente en algunas zonas y pudieran llegar a convertirse en zonas marginales. La medida tuvo efectos muy positivos, pero no pudo aplicarse para toda la población en riesgo de pobreza severa.

Seguramente esto no gustará a esos políticos clasistas, tan católicos como conservadores, tan neoliberales que solo pueden usar eufemismos en sus marcas electorales como “Popular” o “Ciudadanos” se trata de que suene bien la música y que la letra pase desapercibida.

Recuerdo, que no hace mucho se desató una gran polémica en Colombia cuando el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, propuso en el Parlamento un programa estatal piloto para que un grupo de habitantes pobres pudieran vivir en un edificio en un exclusivo distrito de esa ciudad. Pues bien, la propuesta fue rechazada y criticada por toda la oposición como una medida populista y apelando al uso poco eficiente de los escasos recursos públicos no dudando en alegar que serían mejor emplear algo de dinero en mejorar las condiciones de los barrios pobres y marginales en donde vive la mayoría de los habitantes pobres de la capital colombiana. Este es el nivel de esos partidos que he citado antes que sus nombres son puros eufemismos. Dicho de otra manera, así justifican la segregación.


-          Políticas de desarrollo rural.
Distintos gobiernos regionales se alarman cuando se ven restringidos para poner en marcha programas y políticas regionales necesarias. No hay que olvidar que las competencias en políticas de desarrollo rural, la cual nos afecta mucho a las personas que vivimos en pueblos pequeños y zonas rurales, son autonómicas; administraciones cuyos presupuestos han sido de los más recortados desde que se inició la crisis, a pesar de representar las zonas más pobres y despobladas del territorio. Eso me lleva a reflexionar sobre lo que están planteando algunas voces en distintas autonomías: ¿Puede usarse la fiscalidad como herramienta de lucha contra la despoblación rural?

La clave que afecta directamente a la calidad de vida de la población rural son el detonante del éxodo de las personas hacia las ciudades, son tres: servicios públicos, la educación y los centros médicos junto a los servicios de dependencia. Es indiscutible que esos servicios se conviertan en la necesidad principal como base y además que sean de gestión pública para asegurar su universalidad, gratuidad y la no discriminación. Lo que es injusto es que, si se nos priva de esos servicios que pagamos con la misma firmeza que un ciudadano de una gran ciudad y los que se prestan en un pequeño pueblo son de menor calidad o importancia que los que pueda recibir una persona en una ciudad, no deberíamos tener la misma presión fiscal que se da en las zonas urbanas. También sucede con el trasporte público y otros servicios fundamentales que pagamos a la Hacienda pública como cualquier otro ciudadano.


-          Fiscalidad contra la despoblación rural.

Establecer medidas fiscales más justas para las poblaciones rurales no solo beneficiaría a las personas que viven en ellas.
Un sistema tributario más justo y progresivo (recordemos que coinciden con las zonas de mayor riesgo de pobreza del país) servirían de incentivo para la población de estos pequeños pueblos, y sin duda las medidas fiscales fomentarían la fijación de la población rural.
También, un tipo de bonificación en la cuota de autónomos para habitantes de pequeñas zonas rurales. Actualmente, un trabajador/a que decide establecerse como autónomo en una pequeña localidad asume unos costes extraordinarios como el del transporte, las infraestructuras, la comunicación y una menor disponibilidad de materias primas, mano de obra cualificada y otras dificultades relacionadas al entorno a las que una ayuda directa a la cuota de autónomos supondría no solo una descarga importante y más justa, sino una forma de fomentar el empleo.


-          Deducciones para la contratación y Pymes en entornos rurales.

Esto no es nada nuevo como medida fiscal, pero en un entorno rural es de total importancia a la hora de retener el talento o importarlo de fuera. De esta forma se motiva el crecimiento de las Pymes. Existen ayuntamientos en España que han llevado a cabo programas de ayuda a la contratación de jóvenes de la localidad subvencionando a esas empresas. Este tipo de medidas fueron aplaudidas y contaron cada vez con más beneficiarios en algunos pueblos. Principalmente ayudaron a los y las jóvenes a tener trabajo y evitó que tuvieran que emigrar o trasladarse para encontrar un trabajo digno. También crecieron estas empresas y mejoraron su competitividad.


-          Deducciones en el IRPF para personas empadronadas en zonas rurales.

La Constitución en su artículo 31 dice: “un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. No cabe duda que el Impuesto de la Renta de Personas Físicas es uno de los impuestos más importantes para el sostenimiento de la Hacienda Pública. Pero en España su carácter progresivo se pone en entredicho constantemente al ignorar las circunstancias personales que sufren las personas que viven en pequeños municipios. Desde tener que desplazarse para asistir a cursos, escuelas e institutos lejanos o recorrer muchos kilómetros para visitar a un médico especialista o una consulta de urgencias, o la dificultad de encontrar empleo y demás circunstancias que hacen que realmente la renta disponible de esas personas sea mucho menor, además de la menor disponibilidad de los servicios públicos financiados que distan mucho de lograr que lleguen a ser un impuesto justo.

Una de las fuentes principales de ingresos de los Ayuntamientos son los impuestos locales como pueden ser el de Actividades Económicas, Bienes Inmuebles, Vehículos de Tracción Mecánica, tasas de basuras, etc. A pesar de, estos servicios no suponen una gran complejidad e impacto como sucede en grandes ciudades, por ende, estos ciudadanos deberían tener menor carga impositiva o estar parcialmente financiados por mayores transferencias del Estado o Comunidades Autónomas para compensar esas diferencias en el uso de servicios públicos.

El último informe de Eurostat (la Oficina Europea de Estadística) en relación al nivel de vida de la población europea desagregado entre zona rural o urbana en España nos dijo que 4,2 millones de personas que viven en zonas rurales se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión, lo que supone la friolera del 47% de la población de estas zonas. Aunque el número total de personas en esta situación de zonas urbanas sea mayor (6,2 millones), supone tan sólo el 17% por razones obvias.

La tasa de empleo que encontramos en lo rural es escalofriante. Solo algo más del 58% de la población activa de los pueblos en España tienen empleo. Esto supone que alrededor del 42% de la población rural están desempleadas/os. Es más, en comparación con el resto de países de la Unión Europea, nos encontramos los terceros en la cola, sólo nos superan en desempleo rural Bulgaria y Croacia.

La educación urbana brinda más centros donde elegir y una mayor oferta educativa que se adapte a cada estudiante, en las ciudades también hay mayor acceso a las tecnologías, se pueden encontrar multitud de servicios extraescolares y con mayores comodidades en su día a día. En cambio, una escuela rural se enfrenta a clases con poco alumnado, incluso hay pueblos que no tienen más remedio mezclan alumnos y alumnas de diferentes cursos y edades, que en muchos casos dificultan el progreso general y además reciben menor atención global por parte del profesorado que también en muchas ocasiones se tiene que enfrentar a kilómetros diarios para realizar su trabajo. Quizá la despoblación rural es lo que más afecta en este ámbito. Y es que cuando un pueblo no tiene un mínimo de alumnado, el colegio desaparece, y como muchas veces hemos visto, cuando el colegio cierra, el pueblo muere.