viernes, 6 de mayo de 2016

El TTIP, TISA y la riqueza del periodismo por guardar silencio. (perdonen si soy irreverente)



"Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control"
Denis Diderot

"¡Ya casi estamos curados de espanto...!" exclamamos cuando lamentamos ver a la nueva derecha que se hace llamar progresista y socialdemócrata. Esa que manifiesta esa ladina actitud con el TTIP, la incapaz de conciliar la retórica que practica con sus decisiones políticas. Hasta ahí, nada nuevo en el horizonte.
Pero otra vez más, una recaída de los socialistas (por definirles generosamente) y como ya acostumbran, traicionaron su compromiso con el pueblo, en colusión, aliados con los intereses de los que más tienen, los más ricos y los poderes económicos. Ellos guardaron silencio y miraron hacia otro lado, parecía que la cosa no iba con ellos. Todo apuntaba, "han fracasado", pero fueron y son seducidos por el brillo de los euros, por el deslumbre del sistema mientras callaban ya en su habitual alarde de patriotismo, se posicionaban en el todo poderoso "por España", ese mantra falangista heredado de Ciudadanos, que en pocas palabras es capaz de llegar a las cabezas menos pensantes de los que internamente se hacen llamar patriotas socialistas alienados a las derechas.

El 23 de diciembre, Guanyar Alacant y Compromís presentaron una moción ante el pleno del Consistorio de en la ciudad de Alicante con la intención de declarar al municipio "localidad libre del TTIP", ese que llaman el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión entre la decadente Unión Europea y los "libres" Estados Unidos de América, cuyas negociaciones desde el año 2013 mantienen una falta absoluta de transparencia. Mediante este mal llamado Tratado de Libre Comercio (TLC), las grandes empresas, grupos y compañías multinacionales y no olvidemos a los gigantes financieros de ambas partes, obtendrían cuantiosas ganancias en el marco de un feroz ataque a la actual regulación del comercio, a los derechos laborales y a la inversión en detrimento de los derechos sociales y medioambientales.

Como era notorio, en el PP votaron en contra, Ciudadanos por supuesto también votó lo que le dijo su amo, como no podía ser de otra manera. Pero para sorpresa de los espectadores, el PSOE se abstuvo, que es una forma de decir sí, y de paso "si voto eso ya es lo que me faltaba para terminar de hundir el partido" y la verdad es que esto también era de esperar. Tampoco justificaron posición alguna ante la propuesta, callaron, como suelen hacer cuando por fuera venden a sus votantes una idea y por dentro la pisotean, y ese nido de cobardes se manifestó abiertamente, eso fue lo bueno. Parece ser el argumento tácito de los dirigentes políticos que lo comparten.

 

Como resultado, esta fue la posición de los principales partidos políticos:

PODEMOS: "Defender los intereses ciudadanos frente a los del capital".
IU-UP: "Alerta ante las nuevas “estructuras antidemocráticas"".
PSOE: "Apoyo a la mayor área de libre comercio".
PP: "Presiones para acelerar el acuerdo".
C's: "No hay problema si las empresas legislan sobre los mercados".


El PSOE ha dejado lo del color rojo para la sangre del Toro de la Vega, y las apelaciones a la clase obrera para algún que otro falso eslogan. Han conseguido ser la enorme farsa de los principios que enarbolan correspondidos por el desdén, por la injusticia que hicieron palmario aquel día y que ya forma parte de la marca socialista. Falsos hasta la muerte. Y es que sus dirigentes son demasiado ricos, muy millonarios, mucho millonarios, que diría aquel inculto en los medios. 

Los psoecistas son así, y es que dirigir el partido de los trabajadores fumándose un Habanos desde el sofá en una mansión de Somosaguas no debe de ser tarea fácil. Ahora el tratado parece estar en vías de desarticulación, los socialistas en su línea de falsedad dirán a sus sufridores votantes "Nosotros nunca estuvimos con el poder económico, sino con el pueblo".

Volviendo en cuestión a los documentos de oposición al acuerdo, firmar “representa un serio peligro para la Democracia, que anteponiendo el interés comercial de los inversores e invasores y sumando a estas empresas transnacionales, supondrá la clara absorción del interés general y social”. 
Asimismo, se ha solicitado “la suspensión de las negociaciones del TTIP, el TiSA” (otro convenio internacional para la privatización de servicios) “y la no ratificación del CETA (Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá y la UE)” para el mantenimiento efectivo de las prestaciones públicas básicas para “la solidaridad y la redistribución social”. Además, también exige la elaboración de “un estudio de impacto global y sectorial del TTIP en nuestro país, como se ha hecho en otros estados europeos”.


Todo apunta a que EE.UU de alguna forma necesita invadir Europa, invadir va en su ADN, cuando no pueden invadir por tierra, mar o aire, lo hacen económicamente, que aparte de ser menos belicista, también es menos costoso, también más elegante, aunque ello conlleve subyugar cualquier derecho laboral social, etc. de los estados europeos, su natural adversario económico.

Para más desesperación, apenas se han publicado los posibles efectos adversos del pacto transoceánico, cosa que parece razonable a todas luces para sus intereses. Sobre todo, cuando las principales organizaciones civiles europeas en defensa de los derechos de las personas y el planeta, alertan de las perniciosas consecuencias del tratado sobre las economías locales, las condiciones laborales, la biodiversidad, la salud y la seguridad alimentaria de la sociedad.

Un ejemplo, es el ya conocido estudio que confirma el negativo efecto de maíz en ratas de laboratorio que fueron alimentadas con el maíz transgénico NK603. En algunos casos también tratadas con el herbicida Rondup. El estudio reaviva el debate sobre la toxicidad de organismos genéticamente modificados. Ratas alimentadas con maíz transgénico o expuestas a los pesticidas del gigante estadounidense Monsanto, que desarrollaron tumores del tamaño de pelotas de ping pong. 
A pesar del estudio de los investigadores franceses, que se publica en un momento en el que Francia intenta que Bruselas ponga control a este tipo de alimentos, hasta ahora solo han conseguido que mediante una moratoria no se permita el cultivo de maíz transgénico en su territorio. Que ya es mucho.



Por otra parte, en el ámbito de la contratación pública, la liberalización de la compra y licitación de bienes y servicios de las Administraciones permitiría que grandes corporaciones "pujasen" y compitiesen sin discriminación alguna en este sector, y esto era ya lo que nos faltaba si sigue gobernando el PP o PSOE, es lluvia sobre mojado, gasolina para la corrupción, para el amiguismo de patriotas, además impediría de facto a dichas instituciones favorecer la promoción del empleo a empresas locales. Esto lo defienden los que se hacen llamar "el partido de los trabajadores". Es así de fácil como de obsceno, que ayuntamientos dejaran de cumplir su cometido, el de velar por el bienestar y el desarrollo de una comunidad. Una salvajada que haría las delicias de inversores, PP, PSOE y C´s.

Y no queda aquí, para más barbaridades, en caso de que alguna normativa amenace la tasa de beneficios potenciales, las grandes corporaciones podrían acudir a herramientas de injerencia en las decisiones políticas de los organismos públicos (tribunales internacionales de carácter privado y sin garantías democráticas capaces de sancionar a los estados por el ejercicio de su soberanía) aunque en España si gobiernan los de siempre posiblemente no sería ni necesario, salvo con una oposición potente, ellos siempre están a favor del dinero, del IBEX, de las puertas giratorias y de las grandes multinacionales, y por ello quedaría en segundo lugar este llamado Consejo de Cooperación Regulador, cuya entidad otorgaría una desmedida fuerza a los lobbies empresariales de mayor tamaño para supervisar y modificar la regulación y legislación de los ámbitos pertenecientes al TTIP.


Éstas son solo algunas de las preocupaciones transmitidas por personas que modernamente han estado informadas en España, principalmente por pequeños medios de prensa libres, y es que los grandes medios callaron, como TVE, Antena 3, La Sexta, etc. Ellos responden a sus políticos y sus amos, y si hay que callar ante tales perversiones, pues el periodismo en España se calla. Pero ahora es tiempo de ponerse medallas y premios a la "información más reveladora" sobre el tratado, pero como dicen en mi pueblo, "usted me está tomando por gilipollas".

Ahora que el tratado dicen que está como poco en "vía muerta" aparecen los periodistas salvadores del sistema. Tenemos el ejemplo de la periodista Ana Pastor en La Sexta, o Pepa Bueno en La Ser, dos aliadas de la causa psoecista hasta la muerte, y ahora que el TTIP cae en barrena, alardean de ser las periodistas salvapatrias, las de la gente, que a poco que abren sus patrocinados contenidos dan a entender a la opinión pública que sin ellas España viviría inmersa en la más absoluta desinformación, cuando la realidad es otra bien distinta, y es que una más que otra simplemente parecen actrices en su mejor papel y en el peor de los casos engaña viejas. Eso sí, siempre gratinadas con una jugosa capa de solidaridad con los que sufren o los necesitados. Fíjense lo que ha hecho el sistema en España con el periodismo. Prostituirlo día a día.
Siendo reverente podría llamarse simplemente periodismo mediocre y partidista, pero eso sí, que nadie cuestione sus suculentos sueldos porque ellas y ellos se lo merecen, son "liberales progresistas" y eso ya lo justifica todo. Porque lo primero es el PSOE y después el pueblo. Corresponsales de la Cadena pionera del socialismo de la CASTA, como diría el infumable Marhuenda, "la más pijo progre" encargados de escenificar la basura de los demás como si de una disimulada figuración se tratara, pero de su basura, de lo suyo, ni hablamos. Pijos, progres y ricos, pero eso sí, no son gilipollas.



Es el Partido Popular, fiel a su rigurosa falsedad, quien clama sobre el tratado que la Comisión Europea había refutado todos los argumentos alarmistas y de los incrédulos, que ven el proceso de negociación con la mayor transparencia posible, puesto que según ellos, toda la información se puede consultar en una página web (recuerden que estos son especialistas en tomar a las personas por gilipollas) en un recurso más que manido de la mejor derecha rancia y castiza. Resulta curioso que no hayan reparado en que pasaron casi dos años (desde junio de 2013 a enero de 2015) desde que arrancaron los encuentros entre las partes y se desvelaron los primeros documentos de dichas reuniones, eso sí, escasos y con vaga información. ¿Desde cuándo las buenas noticias se hacen de rogar en la política?¿y en el mal llamado en España periodismo? Hay que ver cuanto hipócrita y que clases magistrales dan de puro cinismo.

Ciudadanos, son ambigüedad técnica y calculada, arguyen que el acuerdo no está finalizado y que no hay ningún documento conclusivo sobre el que pronunciarse. Uno podría esperar de esta miserable consideración la abstención sobre cualquier votación, pero no, ellos votan en contra, quizás Girauta o Garicano encontraron la famosa página web a la que se refiere el PP. Lo dicho, PP, PSOE y C's son auténticas máquinas de tomarte por un auténtico gilipollas.

Cuando llega el turno del Partido Socialista, llega el momento de la verdad, mejor dicho, el del funambulismo, el de escoger trinchera, fusil o hacerse el muerto ¿están ustedes del lado de los poderes fácticos o del lado de la gente? Ellos son más de no intervenir, no vaya a ser que se nos vea el plumero, ni un suspiro de duda, ni hablar de subversión, se mantienen dóciles y conservan su estatus oculto hacia el sistema, el pilar fundamental de sus políticas, el engaño, el de la trampa electoral que preserva la paz social, aunque seguro que no por mucho tiempo. Ellos se abstienen y por ello siempre contaremos con su indiferencia, la del sector prevaleciente, el de la derecha del PSOE, aunque ellos dependiendo con quien haya que pactar se hacen llamar socialistas o socialdemócratas.

Y es que bastante le importa a Rajoy, Pedro Sánchez o Albert Rivera, que mañana un gran lobby ponga enfrente de la tienda del frutero de su barrio que vende productos de su tierra, una multinacional de productos transgénicos.