domingo, 21 de enero de 2018

El vertedero político del Partido Popular



Todos sabemos que la política del Partido Popular no acostumbra a ofrecer una gran altura política. Esto sería lo de menos si al menos fuera un partido político con presunción de decencia. Desde la sucia campaña electoral para las generales del 20 de noviembre de 2011, no cayeron ni tan bajo ni tan rápido. La democracia para Mariano es permitir a sus concejales aparcar sus audis delante del Monte Pío, los que prometieron regeneración y decencia. Van degenerando en una deprimente y previsible mezcla entre Los Soprano y Aquí no hay quién viva, protagonizada por ministros miserables con cuentas en paraísos fiscales, concejales y alcaldes corruptos en cantidades de mercados de abastos, asesores insaciables con maletines de curtido cuero y tesoreros que difícilmente han mirado en un diccionario lo que significa la palabra “decencia”.


Hace bien poco, aún se hablaba de la fusión de las cajas que quebraron y nos llevaron a la miseria. Si Francis Ford Coppola no hubiera creado “El Padrino”, Rajoy hubiera sido un buen candidato. A Rajoy también podríamos llamarle: “el hombre que en Europa miraba fijamente a los presidentes”. Pero cuentan con un gran aparato de propaganda, que, aunque ya desgastado, intenta mantener satisfechos a los pocos que, aunque saben que les están engañando, les provoca cierta felicidad recordar como les engañaba la prensa franquista. Incluso mezclan el género rosa con el periodismo de investigación para glosar el gusto del lector, pero sobre todo complacer al presidente por rondar de meritorio en las entrevistas en las cadenas de radio del Opus. 
No era para enorgullecerse, pero resultaba soportable comparado con estos últimos días en los que, sin previo aviso, se destapa como tierra de promisión para corruptos y prevaricadores en general. Los especiales sobre "el nuevo panorama regenerador", dejando paso en los medios a cuadernillos sobre "la corrupción política". Todo vale para justificar la tesis principal. Tanto cuenta una sentencia judicial como una sospecha deslizada en rueda de prensa, para dejarle clarito al votante que todos son iguales y da igual uno que otro, pero vótame a mí que soy español y mucho español. Parece muy lamentable usar esta técnica digna de políticos de medio pelo, pero ya es la única que les queda. Ya no provoca ni risa cuando declaran “confiamos en la Justicia”.

Con un extraño sentido de la simetría, mientras un juicio dirime en Mordor las responsabilidades de cargos electos por el PP, la democracia marianista usa sus capacidades más brillantes para extender la sospecha sobre toda la política. En tal esfuerzo institucional, ha empleado sus mejores armas. Desde Rodríguez Miranda, el diputado que convirtió en un mérito devolver dietas indebidamente cobradas, al ya clásico show de desembarcar armados con prensa sobre los archivos de las escuchas a políticos de la oposición. En el primer caso, al menos sabemos quién investiga y por qué. Todo el Partido Popular es una sospecha popular, y bien sabemos que las mismas coincidencias y legalismos que acreditan indecencias populares como en el caso Gürtel, devienen pruebas irrefutables contra los demás, incluido el presidente.
Resulta inquietante oír al su señoría afirmar que desconoce si quien investiga a la oposición es el Gobierno o el partido. Cualquier Administración tiene el derecho y el deber de revisar los cajones heredados. Incluso cuando ya lleva un año gobernando y más aún si carece de éxitos de gestión para presentar. A quien no sabe crear debe respetársele siempre su derecho a destruir. Pero las instituciones acusan en los juzgados, no en las ruedas de prensa del Gobierno. El Partido Popular es muy libre de querer que todos digamos política donde a ellos les dicen Gürtel. Pero quién ejerce el gobierno tienen el deber de velar por la política y la integridad de sus administrados, pues es el gobierno de todos y cada uno de ellos. Como bien dijo Adam Smith, "el Gobierno ha de procurar causar a sus gobernados el menor número de incomodidades, descortesías y humillaciones posibles".
Su corruptos pueden enlodar la honorabilidad de quien le plazca. Así lo ha hecho con frecuencia, acreditando siempre un notable desinterés por la verdad, el pudor o siquiera el buen gusto. Pero el régimen Rajoy custodia la integridad de la información que prueba o destruye la honorabilidad de sus administrados. Si tiene algo que destapar, su obligación es ponerlo en manos de la justicia, no de los sumos sinvergüenzas del partido.
En este esfuerzo tan institucional por convertir la política en un vertedero, conviene no desdeñar por último la relevante aportación socialista. A falta de liderazgo o ideas que ofrezcan una visión alternativa sobre el país, han apostado por hacerse los muertos, ahora quienes auparon al candidato a Secretario General del PSOE, vuelven a estar en una situación muy similar a la anterior: no saben si les están volviendo a tomar el pelo o simpelente han asumido que en el partido no hay un solo signo de vergüenza.. La Izquierda se ha empeñado en proseguir un viaje a ninguna parte que el electorado más experimentado ha amortizado hace ya tiempo, pero que genera daños irreparables entre ese cuerpo electoral menos cansado y más dispuesto a seguir creyendo que, si bien es cierto que cuando la indecencia entra por la puerta la política salta por la ventana, simplemente creo que no tiene por qué continuar siendo siempre así.

El Partido Popular aún respira, tienen a Albert Rivera para hacerles el boca a boca cuando lo necesitan y cuentan con el apoyo perpetuo de Ciudadanos en todo el territorio nacional. Ciudadanos es un partido que no quiere que le “rompan España” pero que se lleva fenomenal con la extrema derecha de VOX, y es que ellos no rompen España, sólo desean que vuelva la dictadura. Ciudadanos ha empezado como todos los partidos populistas de extrema derecha: Intentando persuadir al obrero con poca capacidad de análisis mientras por la espalda le clava el puñal de su interés por el beneficio de sus amigos de la banca.


Mientras tanto, ocho políticos catalanes han sido encarcelados durante el gobierno de un partido fundado por recalcitrantes franquistas. No hace falta ser el rey del Scattergories para unir hilos. Y es que no sé qué me provoca más pavor: que el PP sea una organización que usa la política para delinquir, o que su eje fundacional esté formado por recalcitrantes franquistas, en cualquier caso, ambas circunstancias no sólo se complementan, sino que se necesitan.