Hace tiempo, leí un gran artículo de la BBC donde se
explicaba cómo impacta en nuestro futuro social el lugar en que nacemos, también
su influencia en lo económico y cultural.
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Pocas
cosas importan tanto para la formación de una persona.
Vivir en una zona pobre o en grave riesgo de despoblación reduce
drásticamente las posibilidades de los ciudadanos, por cómo esto convierte a muchas
personas en potenciales ciudadanos en exclusión social reduciéndoles a
soñadores para intentar salir de un marco pobre y abandonado por las
administraciones y así poder trasladarse a una zona más acomodada de la ciudad
donde piensan que tendrán muchas más posibilidades.
El sociólogo Douglas Massey de la Universidad de Princeton,
fue más allá del problema. En uno de sus artículos presentó una batería de
nuevas pruebas donde aseguraba que no es suficiente poder cambiar de una zona
deprimida a una mejor. Massey, evidencia que el sitio específico en el lugar
donde una persona pasa sus primeros 16 años de su vida, como la marca y cómo es
determinante para los ingresos que recibirá varias décadas después, aunque
cambie de lugar y de residencia años más tarde.
Para Massey, las consecuencias son permanentes: "El
lugar donde se crece es un punto crítico donde se bloquean las aspiraciones de
la gente para avanzar en la vida", dijo Massey a la BBC. Más aún, es una
herencia de donde es muy difícil escapar.
No es menos cierto que las políticas en España en desarrollo
rural han sido mínimas por no decir prácticamente nulas. Los pueblos más pobres
tienden a tener tasas más altas de exclusión social. Las investigaciones
muestran que cada vez más la exposición a esta exclusión no tiene solamente
efectos a corto plazo, sino también a un plazo mucho más largo en la salud, en la
educación y en la capacidad cognitiva de sus habitantes. Estos efectos no
desaparecen cuando la persona llega a edad adulta, o se traslada a lugares con
una renta más alta, en muchos casos se mantienen.
Para muchos habitantes de zonas rurales en España esto se
convierte en una condena, y no deja de ser una forma de segregación visto en
términos socioeconómicos y culturales.
En España verás pocos debates en el Congreso de los
diputados sobre este gran problema. Tan solo el Grupo Confederal de Unidos
Podemos en Comú Podem-en Marea ha marcado la diferencia ofreciendo medias para
combatir este tipo de desigualdad tan arraigada en España.
Y es que sociológicamente y políticamente, estos graves
problemas en muchísimas ocasiones benefician a los partidos tradicionales, a
los que siempre les han votado desde el bipartidismo. Sin embargo, poco han
hecho estos partidos por cambiar la situación laboral, social y económica de
estos votantes. Voy a tratar de demostrarlo más adelante.
La solución que permita que la gente pueda moverse de zonas
de alta despoblación y pobreza a otras áreas de ingresos medios y altos ya no
es suficiente, aún en donde tengan acceso a las ventajas que ofrecen esas
comunidades más pudientes casi siempre el problema persiste y solo es trasladarlo
de un sitio a otro. En cualquier caso, parte de la solución solo sería posible
logrando avances en ese campo construyendo y asegurando a este sector
poblacional viviendas públicas en barrios más acomodados mediante subsidios
para que las menos pudientes puedan llegar a zonas menos deprimidas, pero nos
encontramos con más problemas por el camino.
Una solución efectiva y real, pasaría por las ayudas:
reducir la fiscalidad, aumentar inversión y fomentar el desarrollo de esas
zonas rurales maltratadas tradicionalmente.
El desempleo es una lacra permanente, ya no hay empleo en agricultura
o ganadería para todos y tampoco sería justo que alguien que quiere estudiar
tenga que dedicarse a estas tareas por necesidad. Porque invertir en un negocio
en pueblo pequeño en constante despoblación es una auténtica aventura que pocas
veces termina bien y ya no se genera riqueza basándose únicamente en la
agricultura a la que también todos los gobiernos han vapuleado. Un buen político comenzaría fomentando la
creación de políticas fiscales para luchar contra el abandono escolar la
despoblación y el desempleo rural, al fin y al cabo, combatir estos problemas
es la fuente que da la vida a un pueblo.
Ofrecer a los jóvenes de familias con bajos ingresos la oportunidad
de comenzar sus vidas con este tipo de políticas que les facilite la inserción
laboral o el emprendimiento tendría un gran impacto positivo en las
trayectorias de sus vidas.
Un ejemplo sería cómo países como Reino Unido intentaron
evitar este problema tras la crisis que provocó la Segunda Guerra Mundial, se
construyeron viviendas estatales subsidiadas en los barrios más pudientes de la
ciudad para así evitar que la pobreza cicatrizara únicamente en algunas zonas y
pudieran llegar a convertirse en zonas marginales. La medida tuvo efectos muy
positivos, pero no pudo aplicarse para toda la población en riesgo de pobreza
severa.
Seguramente esto no gustará a esos políticos clasistas, tan
católicos como conservadores, tan neoliberales que solo pueden usar eufemismos
en sus marcas electorales como “Popular” o “Ciudadanos” se trata de que suene
bien la música y que la letra pase desapercibida.
Recuerdo, que no hace mucho se desató una gran polémica en
Colombia cuando el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, propuso en el Parlamento
un programa estatal piloto para que un grupo de habitantes pobres pudieran
vivir en un edificio en un exclusivo distrito de esa ciudad. Pues bien, la propuesta
fue rechazada y criticada por toda la oposición como una medida populista y
apelando al uso poco eficiente de los escasos recursos públicos no dudando en
alegar que serían mejor emplear algo de dinero en mejorar las condiciones de
los barrios pobres y marginales en donde vive la mayoría de los habitantes
pobres de la capital colombiana. Este es el nivel de esos partidos que he
citado antes que sus nombres son puros eufemismos. Dicho de otra manera, así
justifican la segregación.
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Políticas
de desarrollo rural.
Distintos gobiernos regionales se alarman cuando se ven
restringidos para poner en marcha programas y políticas regionales necesarias.
No hay que olvidar que las competencias en políticas de desarrollo rural, la
cual nos afecta mucho a las personas que vivimos en pueblos pequeños y zonas
rurales, son autonómicas; administraciones cuyos presupuestos han sido de los
más recortados desde que se inició la crisis, a pesar de representar las zonas
más pobres y despobladas del territorio. Eso me lleva a reflexionar sobre lo
que están planteando algunas voces en distintas autonomías: ¿Puede usarse la
fiscalidad como herramienta de lucha contra la despoblación rural?
La clave que afecta directamente a la calidad de vida de la
población rural son el detonante del éxodo de las personas hacia las ciudades,
son tres: servicios públicos, la educación y los centros médicos junto a los
servicios de dependencia. Es indiscutible que esos servicios se conviertan en
la necesidad principal como base y además que sean de gestión pública para
asegurar su universalidad, gratuidad y la no discriminación. Lo que es injusto
es que, si se nos priva de esos servicios que pagamos con la misma firmeza que
un ciudadano de una gran ciudad y los que se prestan en un pequeño pueblo son
de menor calidad o importancia que los que pueda recibir una persona en una
ciudad, no deberíamos tener la misma presión fiscal que se da en las zonas
urbanas. También sucede con el trasporte público y otros servicios fundamentales
que pagamos a la Hacienda pública como cualquier otro ciudadano.
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Fiscalidad
contra la despoblación rural.
Establecer medidas fiscales más justas para las poblaciones
rurales no solo beneficiaría a las personas que viven en ellas.
Un sistema tributario más justo y progresivo (recordemos que
coinciden con las zonas de mayor riesgo de pobreza del país) servirían de
incentivo para la población de estos pequeños pueblos, y sin duda las medidas
fiscales fomentarían la fijación de la población rural.
También, un tipo de bonificación en la cuota de autónomos para
habitantes de pequeñas zonas rurales. Actualmente, un trabajador/a que decide
establecerse como autónomo en una pequeña localidad asume unos costes
extraordinarios como el del transporte, las infraestructuras, la comunicación y
una menor disponibilidad de materias primas, mano de obra cualificada y otras
dificultades relacionadas al entorno a las que una ayuda directa a la cuota de
autónomos supondría no solo una descarga importante y más justa, sino una forma
de fomentar el empleo.
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Deducciones
para la contratación y Pymes en entornos rurales.
Esto no es nada nuevo como medida fiscal, pero en un entorno
rural es de total importancia a la hora de retener el talento o importarlo de
fuera. De esta forma se motiva el crecimiento de las Pymes. Existen
ayuntamientos en España que han llevado a cabo programas de ayuda a la
contratación de jóvenes de la localidad subvencionando a esas empresas. Este
tipo de medidas fueron aplaudidas y contaron cada vez con más beneficiarios en
algunos pueblos. Principalmente ayudaron a los y las jóvenes a tener trabajo y
evitó que tuvieran que emigrar o trasladarse para encontrar un trabajo digno.
También crecieron estas empresas y mejoraron su competitividad.
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Deducciones
en el IRPF para personas empadronadas en zonas rurales.
La Constitución en su artículo 31 dice: “un sistema
tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. No
cabe duda que el Impuesto de la Renta de Personas Físicas es uno de los
impuestos más importantes para el sostenimiento de la Hacienda Pública. Pero en
España su carácter progresivo se pone en entredicho constantemente al ignorar
las circunstancias personales que sufren las personas que viven en pequeños
municipios. Desde tener que desplazarse para asistir a cursos, escuelas e
institutos lejanos o recorrer muchos kilómetros para visitar a un médico
especialista o una consulta de urgencias, o la dificultad de encontrar empleo y
demás circunstancias que hacen que realmente la renta disponible de esas
personas sea mucho menor, además de la menor disponibilidad de los servicios
públicos financiados que distan mucho de lograr que lleguen a ser un impuesto
justo.
Una de las fuentes principales de ingresos de los
Ayuntamientos son los impuestos locales como pueden ser el de Actividades
Económicas, Bienes Inmuebles, Vehículos de Tracción Mecánica, tasas de basuras,
etc. A pesar de, estos servicios no suponen una gran complejidad e impacto como
sucede en grandes ciudades, por ende, estos ciudadanos deberían tener menor
carga impositiva o estar parcialmente financiados por mayores transferencias
del Estado o Comunidades Autónomas para compensar esas diferencias en el uso de
servicios públicos.
El último informe de Eurostat (la Oficina Europea de
Estadística) en relación al nivel de vida de la población europea desagregado
entre zona rural o urbana en España nos dijo que 4,2 millones de personas que
viven en zonas rurales se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión, lo que
supone la friolera del 47% de la población de estas zonas. Aunque el número
total de personas en esta situación de zonas urbanas sea mayor (6,2 millones),
supone tan sólo el 17% por razones obvias.
La tasa de empleo que encontramos en lo rural es
escalofriante. Solo algo más del 58% de la población activa de los pueblos en
España tienen empleo. Esto supone que alrededor del 42% de la población rural
están desempleadas/os. Es más, en comparación con el resto de países de la
Unión Europea, nos encontramos los terceros en la cola, sólo nos superan en
desempleo rural Bulgaria y Croacia.
La educación urbana brinda más centros donde elegir y una
mayor oferta educativa que se adapte a cada estudiante, en las ciudades también
hay mayor acceso a las tecnologías, se pueden encontrar multitud de servicios
extraescolares y con mayores comodidades en su día a día. En cambio, una
escuela rural se enfrenta a clases con poco alumnado, incluso hay pueblos que
no tienen más remedio mezclan alumnos y alumnas de diferentes cursos y edades,
que en muchos casos dificultan el progreso general y además reciben menor
atención global por parte del profesorado que también en muchas ocasiones se
tiene que enfrentar a kilómetros diarios para realizar su trabajo. Quizá la
despoblación rural es lo que más afecta en este ámbito. Y es que cuando un
pueblo no tiene un mínimo de alumnado, el colegio desaparece, y como muchas veces
hemos visto, cuando el colegio cierra, el pueblo muere.
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